Las transacciones económicas se enfrentan al fin del dinero en efectivo como una realidad técnicamente posible. Su completa digitalización desarrollará un sistema económico más transparente y ordenado pero otros aspectos, como su impacto en la privacidad o la brecha digital, hacen que su universalización precise de ciertas garantías.
Existen diversas iniciativas internacionales que muestran que el fin del dinero en efectivo está cerca. Las economías de todo el mundo podrían llegar a converger gracias a la tecnología en ese punto común que nos hará prescindir de billetes y monedas en metálico tal y como los conocemos hasta ahora. Pero no es sencillo.
Suecia, Dinamarca, Noruega y Finlandia, por ejemplo, cuentan desde hace tiempo con campañas gubernamentales que pretenden frenar poco a poco la dependencia del dinero y promocionan el uso exclusivo de sistemas de pago digitales. El cantante de Abba, Björn Ulvaeus, fue una de las primeras voces en alzarse contra el uso de dinero en efectivo tras el asalto que sufrió su hijo en casa, y de hecho, en el museo que el grupo musical tiene dedicado en Estocolmo no se acepta efectivo desde que se inaugurara en mayo de 2013. En Dinamarca, el Gobierno anunció el 11 de mayo de 2015 que sería el primer país sin moneda física 1, y aunque a día de hoy no ha sido posible ese gran cambio, los comercios ya pueden negarse a aceptar efectivo.
Más allá de Europa otros países como Ecuador, Canadá, India, Australia o Japón han manifestado esa misma voluntad con propuestas que van desde ir eliminando progresivamente de la circulación las monedas y billetes más grandes 2 (algo que llevó a una importante crisis de liquidez en India el año 2016) hasta la creación de una moneda virtual propia, como la J Coin japonesa 3, que quieren implantar definitivamente para los Juegos Olímpicos de 2020.
En España, con la Ley 7/2012, de 29 de octubre, de modificación de la normativa tributaria y presupuestaria y de adecuación de la normativa financiera para la intensificación de las actuaciones en la prevención y lucha contra el fraude, ya se prohíbe llevar a cabo pagos en efectivo 4 para realizar operaciones “en las que alguna de las partes intervinientes actúe en calidad de empresario o profesional, con un importe igual o superior a 2.500 euros”, o 15.000 euros “cuando el pagador sea una persona física que justifique que no tiene su domicilio fiscal en España, y no actúe en calidad de empresario o profesional” (artículo 7), pero el metal y el papel siguen siendo el sistema de pago normalizado.
La primera experiencia práctica organizada para concienciar a los ciudadanos de las bondades de los pagos por medios electrónicos la va a marcar la localidad de Suances. Sus habitantes se han sumergido en el proyecto “Cantabria Pago Digital” desarrollado por el Gobierno autonómico durante los meses de octubre y noviembre de 2017. Se presentó como una “iniciativa de modernización a través de la educación financiera”, y advirtiendo que “en enero de 2018, el Banco Central Europeo dejará de emitir billetes de 500 euros para luchar contra la economía sumergida, la financiación de actividades ilegales y la corrupción”, y fue promovida con el mensaje: “Deja tu monedero o billetera en casa y haz todos tus pagos cotidianos con tu tarjeta o teléfono móvil. ¿Aceptas el reto?” 5. Pero aún son muchas las incógnitas que pueden bloquear la generalización de este tipo de experiencias en un país: ¿Existen recursos suficientes que generen confianza? ¿Será posible compatibilizar esto con el sistema económico de otros países que no permitan este tipo de actualización? ¿Frenará esto realmente la corrupción, el fraude fiscal y las economías sumergidas? ¿Cómo afectará a la privacidad?
Las criptomonedas pueden marcar el final del “dinero real”, aunque ese momento todavía no ha llegado. Muchos dicen que las criptomonedas son un invento, sin suporte ni respaldo, pero el “dinero real”, hoy día, ¿qué suporte o respaldo tienen? Todos hablan del Bitcoin, que es considerada la primera de las criptomonedas, pero lo cierto es que no es la única que existe, pues le han surgido varios competidores que pugnan por crecer ante un mercado que parece mirar con buenos ojos las ventajas de trabajar con un dinero que está totalmente descentralizado.
Todas las criptomonedas funcionan bajo un fundamento básico: el blockchain, un registro público compartido de transacciones que permite crear y rastrear un nuevo tipo de token digital, que únicamente se puede crear y compartir de acuerdo con las reglas acordadas en la red.
Los gurús de las finanzas confían en las criptomonedas
En la actualidad los economistas, políticos y grandes inversores no pueden ignorar la importancia que han adquirido las criptomonedas, especialmente el Bitcoin en las finanzas globales. No pocos de ellos mostraron inicialmente preocupación y llegaron hasta criticar con dureza a las monedas digitales; sin embargo, inexorablemente han llegado a la conclusión de que el concepto que estas han introducido en el mundo financiero es renovador y no desaparecerá.
Hoy es posible apreciar cómo alguno de los críticos iniciales de las criptomonedas ha llegado a invertir cuantiosas cifras en empresas que ofrecen, tanto directa como indirectamente, exposición al entorno de las criptomonedas, por lo general a través de la tecnología blockchain.
Uno de los que alzó con más fuerza la voz en contra del Bitcoin fue George Soros. El multimillonario llegó a considerar a las criptomonedas como una “burbuja”; sin embargo, en abril de este año, el Soros Fund Management, con sede en Nueva York, aprobó el comercio de criptomonedas.
¿Qué hacer con las criptomonedas?
En teoría no existen límites, aunque en la práctica los usos disponibles todavía no son todo lo amplio que se espera. Las potencialidades son enormes; sin embargo, todavía hoy al referirse a las criptomonedas los expertos hablan más sobre lo que podrían llegar a ser de lo que realmente son.
Bitcoin es la criptomoneda más extendida y ya es utilizada como un sistema de pago para miles de transacciones en línea, mientras, otras criptomonedas tratan de ganar la batalla de la legitimidad, porque una moneda empleada por muy pocos, en realidad no es una moneda